Cuando pinté este cuadro, rompí una amistad de larga data porque me di cuenta de que esta relación con valores fundamentalmente diferentes ya no era posible para mí. En ese momento de dejarme ir, me sentí herida y triste y al mismo tiempo anhelaba la antigua conexión, comprensión y celebración que alguna vez compartí. Dudé entre aguantar y dejar ir. Pero a veces te das cuenta de que es necesario aceptar este dolor y dejar de lado la amistad o la relación para poder desarrollarte personalmente y permanecer fiel a ti mismo. Para mí, dejar ir no significa rechazar completamente a la otra persona ni necesariamente eliminarla de tu vida. Puedo sentir mucho amor y aprecio por el tiempo que pasamos junto a alguien y aun así mantener la distancia. En mi opinión, el dolor de dejar ir las relaciones y las amistades es inevitable en nuestras vidas. Se necesita fuerza para aceptar el cambio y seguir su propio camino, incluso si puede ser doloroso. Sin embargo, al final serás recompensado. Nuestro nuevo camino a menudo crea una conexión profunda con personas que comparten valores similares y se apoyan mutuamente.